Hoy salgo de nuevo a marchar. Hace más de dos décadas que lo hago. Al principio fue para ir contra dictaduras, contra intentos de privatizar los recursos, contra la violencia… desde hace seis año lo hago por la Vida. ¿Renuncié a mis motivaciones anteriores?, no, creo que las agrupe en una más grande. 

En estas semanas he comprendido que los ataques contra las manifestaciones por la vida no son gratuitas, son generadas desde diferentes espacios por personas que, si bien tienen en agenda la defensa de los derechos humanos, entienden que cualquier intento de advertir sobre las consecuencias de liberalizar el aborto, es un atentado contra la mujer.

Respeto eso. Lo que no entiendo y me enerva hasta el punto de casi sacarme de mis casillas es esa hipocresía de intelectuales que tienen muchos al minimizar el actuar de las instituciones que buscan una salida diferente al aborto, me indigna que se reste importancia a los miles que voluntariamente salen a las calles a celebrar la vida, me revienta que supuestos líderes de opinión que claman por los derechos de la mujer trabajen en medios donde se promueve la instrumentalización de la misma en fotos donde se la expone como mercadería o invirtiendo en programas de espectáculos donde el tema central es tres a cuatro hombres y mujeres casi desnudos ventilando su vida privada, sus desamores y odios.

Pero el tema no es amargarse, nadie nos mintió cuando nos metimos en esto y nos dijo que todos nos apoyaría. Tiene que haber personas con pensamiento distinto, eso es bueno para el debate. Desde el principio sabía que me iban a tildar desde cucufato hasta extremista, pero para eso uno se prepara y sabe que responder, el problema es que, cuando uno responde con fundamentos, a los otros se les acaban y empiezan las ironías, los insultos velados, el descrédito por cual o tal confesión religiosa. Como si el hecho de que vaya a Misa signifique que no me de cuenta de la terrible incapacidad de razonamiento de los que dicen que el mal llamado “aborto terapeútico” que tiene 90 años de legalidad en el país, y no caen en cuenta de que justamente, hace 90 años eran necesarias algunas intervenciones para salvar a la madre o al hijo, pero que ahora, 90 años después, ya existen tratamientos que permiten salvar a los dos, a la madre y los hijos y es innecesario el protocolo, máxime que se puede sustituir con una guía de terapeúticas apropiadas para cada caso y no llegar al aborto.

Salvar dos vidas, hasta eso es más lógico. Pero para muchos esta “lógica” de defender tanto la vida del no nato y de la mujer, es como mentarles la madre y allí están, con sus cifras infladas (350 mil abortos al año en Perú??????? Quiero saber el método por el cual llegan a tal cifra pero no hay, no lo explican), con sus opiniones rebuscadas (cualquiera hoy en día con una cita de Wikipedia puede hacer valer su artículo a lo 7 o 10 razonos por las que…), entonces qué esperar… pues nada.

Sí, en serio, nada. Así lo hemos visto, responder a los ataques con más ataques validaría la imagen de mártires de los que gana sueldos con la sangre de otras. Sí, la sangre de los abortos es de los abortados y de las mujeres que lo hacen, no hay distinción en ese punto, son dos seres que en ese momento terrible al cual son empujadas por muchos factores, sufren. Pero nada, que sigan manchándose el cuerpo con pintura roja, tranquilos, nosotros igual saldremos a marchar, a seguir ayudando los casos que se nos presenten, recibiendo en los albergues a los niños que son abandonados, a promover la adopción entre los miembros de nuestras comunidades, a ir al encuentro de las mujeres que son golpeadas y que buscan refugio en nuestras casas hogar.

Porque lo que nunca se dice, y mejor, es que este trabajo por la vida continua todo el año, en los talleres y escuelas para personas con capacidades especiales, en los asilos para ancianos, en los comedores populares, colegios, centros de salud.

Esta marcha continua para los que estamos metidos en este tema, que sacamos tiempo del que no tenemos para seguir ayudando, por diferentes razones, las menos las económicas, las más porque tenemos una historia personal con la violencia y no queremos que nadie sufra lo que posiblemente a nosotros nos pasó o vivimos en familia. Para un país que sufrió hondas heridas por guerras fratricidas, es innecesario ahora que nos ubiquemos en dos bandos y nos ataquemos con saña, cuando hay miles que necesitan nuestro apoyo para comprender que no están solos, que hay posibilidad de unirnos unos con otros, generando una sinergia de compasión y comprensión y no andarle buscando a la viuda soluciones fáciles y momentáneas que después arrasan con la tranquilidad existencial.

Hoy marcho nuevamente, 29 de marzo, aquí en mi Arequipa valiente y combativa, hoy marcho porque me da la gana y nadie me presiona, y estoy feliz por ello, gracias a todos ustedes que con sus ataques me ayudan a reafirmar lo que hoy en día me mueve: toda vida es importante, desde su concepción hasta la muerte natural, toda vida, la de ustedes también que el todos es todos, saludos!!